miércoles, 16 de diciembre de 2009

Guión de Manuela Ceretti (5º 7ª)

Silencio atroz

INT. – CLASE DE LITERATURA DE DÉBORA – DÍA
El profesor (55) está sentado en su escritorio recibiendo trabajos prácticos por parte de toda la clase, al notar que una alumna (17) un poco escuálida, rubia, con mirada penetrante, lo mira fijo, no se mueve de su lugar y no entrega su trabajo, se acerca a ella con actitud amenazante, y ella sigue sin prestarle atención a nada ni nadie.

PROFESOR (Con voz grave)
Alumna… ¿Se puede saber por qué no entrega su trabajo, como el resto de la clase?

Al ver que la alumna aún no responde, se acerca más todavía y comienza a hablar más alto que antes.

PROFESOR (Inclinándose sobre la alumna)
¡Responda, alumna! ¿Por qué no entrega su trabajo?

DÉBORA (Hablando por lo bajo y entre dientes)
No lo tengo, no lo hice.

PROFESOR (Cada vez más enojado)
Alumna, hable más alto.

DÉBORA (Un poco alterada, hablando más fuerte, remarcando cada palabra)
Le dije que no lo traje. ¿Qué? ¿No escucha?

PROFESOR (Indignado y sorprendido)
Alumna, no sea insolente. El trabajo debía estar para hoy, déme una explicación o tiene un uno.

DÉBORA (Nerviosa, a punto de llorar)
¡Pero yo no lo tenía que hacer! A mí me dijeron que no lo tenía que hacer, no es justo…

PROFESOR (Desconcertado)
¿Quién le dijo que no lo tenía que hacer? El trabajo era para todos, acá nadie tiene privilegios.

Las lágrimas comienzan a atravesar la cara de Débora, ella no se da cuenta de esto y sigue discutiendo con el profesor, sube el tono de su voz y comienza a golpear la mesa con ambas manos ruidosamente.

DÉBORA
Pero igual, me dijeron que no lo hiciera, entonces no lo hice, ¡no es mi culpa! Ellos me lo dijeron, ¡Ellos me lo dijeron!

PROFESOR
Alumna, tranquilícese. ¿Quiénes le dijeron que no lo hiciera?

DÉBORA (Con tono drástico y mirada ausente)
Todos me lo dijeron.

PROFESOR (Mirando al resto de los alumnos)
¿Quién le dio esas indicaciones a la alumna?

La clase se torna ruidosa, exclamaciones de negación se escuchan alrededor de toda el aula.

ALUMNO 1
Mentira. ¡Yo no dije nada!

ALUMNO 2
¡Lo está inventando todo!

ALUMNO 3
¡Yo no fui, que no mienta!

El profesor pide silencio nuevamente, y al voltearse para enfrentar a Débora, nota que la alumna ya no está en su asiento, y la puerta del curso está abierta de par en par y se escucha a alguien corriendo por el pasillo.

INT. - BAÑO DEL COLEGIO DE DÉBORA – DÍA
El recreo acaba de terminar y el baño de chicas poco a poco se vacía. En el desértico baño se escucha un lamento apenado, un gemido angustiado, un llanto prolongado. Entra una preceptora (45) de aspecto serio, y se sorprende al ver que todavía queda alguien allí. Se acerca poco a poco al origen de tanto alboroto, se sorprende al ver a una alumna resquebrajándose de tal manera en el baño del colegio, le pone una mano sobre el hombro para intentar brindarle consuelo, que es retirada bruscamente a causa de un manotazo.

PRECEPTORA (Con voz dulce y tímida)
¿Hay algo en lo que te pueda ayudar… Débora?

DÉBORA (Entre llantos y gritos)
¡No! ¡Ya les dije que no! ¿Cuántas veces lo tengo que repetir? ¡No, no, no y no!

PRECEPTORA (Un poco asustada)
Les dijiste… ¿A quiénes?

DÉBORA (Con aspecto de estar a punto de colapsar en cualquier segundo)
¿A quiénes? ¡A quiénes! ¡A todos!

PRECEPTORA (Intenta acercar una mano a su hombro nuevamente)
Tranquilizate un poco, no me grites, yo te puedo ayudar…

Débora retira nuevamente la mano de la preceptora bruscamente, comienza a llorar más fuerte aún, mueve la cabeza de izquierda a derecha rápidamente como en negación, y sus manos se cierran fuertemente en señal de sufrimiento.

DÉBORA
¡Me están haciendo mal! ¡Quiero un poco de silencio! ¡Váyanse, déjenme sola! ¡Paren un poco! ¡Basta!

PRECEPTORA (Totalmente asustada, hablando con nerviosismo evidente en su voz)
Quedate acá, no te muevas, voy a buscar al director y vamos a llamar a tus padres, vos lavate un poco la cara, tranquilizate, ya vengo, en un segundo estoy de vuelta…

La preceptora abandona el cuarto de baño poco a poco, se aleja de espaldas a la puerta, retrocede lentamente, como si Débora fuera un león salvaje a punto de atacar, en cuanto se choca con la puerta, se da vuelta dando un giro brusco y escapa tan rápido como le es posible. Débora se queda llorando en el baño a solas.

INT. – LIVING DE LA CASA DE DÉBORA – DÍA
La mamá (40) de Débora está sentada en un sillón junto a la ventana, con su hija (2) sobre sus rodillas, lee un cuento infantil en voz alta y la niña presta atención maravillada por la historia. En la mesita al lado del sillón está el teléfono, que comienza a sonar, la mamá llega a un punto en su lectura e interrumpe para atender. La niña impaciente se baja de sus rodillas y comienza a jugar en el piso.

MADRE
Hola…

PRECEPTORA (Dubitativa)
Sí, eh… ¿hablo con la casa de Débora?

MADRE (Mientras habla juega con un mechón de su pelo y mantiene la vista fija en su hija)
Sí, habla la mamá, ella ahora no está, creo que está en el colegio…

PRECEPTORA (Al hablar tartamudea y se la nota nerviosa)
Si, lo sé, soy su preceptora, necesito hablar con usted sobre su hija…

Se hace un breve silencio, de menos de un minuto.

MADRE
Bueno, la escucho…

PRECEPTORA (Sigue nerviosa)
Es que hoy… Hoy encontré a su hija en el baño en un estado… Bastante… Triste creo yo… Es que, estaba un poco atacada, creo que debería venir a buscarla…

MADRE (Distraída)
En este momento no puedo, estoy ocupada. ¿Lo cree muy necesario?

PRECEPTORA (Decepcionada, dudando sobre qué decir)
Y… A decir verdad, estaba muy… Triste… Le tengo que confesar que hasta me dio un poco de miedo, sino no la llamaría…

MADRE (Aún distraída)
Entiendo, entiendo. Son cosas de chicos, seguro que ya se le pasa, yo no puedo interrumpir mis actividades para ir a buscarla, ya esta grandecita, tiene que aprender a manejarse sola…

La madre deja la frase inconclusa al ser interrumpida por el llanto de su hija menor al caerse jugando. Apresurada intenta zafar de la conversación.

MADRE (Hablando rápido)
Disculpe, hablamos más tarde, se accidentó mi hija…

Corta el teléfono sin esperar a oír una respuesta, corre apresurada hacia la niña, que sigue llorando a causa de un rasponcito en la rodilla, mientras la cura, le canta una canción de cuna para calmarla.

INT. – LIVING DE LA CASA DE DÉBORA – DÍA
En el medio de una habitación grande, la niña, risueña, juega con su mamá. Hay juguetes por doquier, ambas ríen armoniosamente. La mamá la mira con cariño, no le presta atención a nada más que a ella. Se escucha el ruido metálico de las llaves en la puerta, pero ellas no lo notan, la mamá le está haciendo cosquillas a la niña y ella lo disfruta demostrándolo con una risa cándida. La puerta se abre, el viento primaveral inunda la habitación, y rápidamente se cierra de un portazo, dejando entrar a Débora, con una expresión de enfado marcada en su rostro.
Débora revolea su mochila en el sillón más próximo y atraviesa la habitación sin dedicarles siquiera una mirada a su hermana y su madre. En ese momento la madre le dirige una mirada confusa, y sin soltar a la niña se levanta e intenta detener a Débora agarrándola del brazo.

MADRE (Hablando lentamente)
¿Estás bien? ¿Qué te pasa?

Débora no contesta, intenta librarse de su madre con movimientos bruscos, pero la madre la tiene agarrada fuerte por el brazo y no da señales de ir a soltarla. Mientras tanto, la hermana en los brazos de su madre, comienza a hacer puchero y da señales de estar a punto de llorar.

MADRE (Tirando más fuerte del brazo de Débora para obligarla a voltearse)
Contestame. ¡Quiero saber qué te pasa!

Débora, aún dándole la espalda a su madre, tira fuertemente de su brazo y logra soltarse, para así entrar a su habitación.
En el living, queda la madre de Débora sorprendida por la escena que acababa de suceder, la niña, aún en sus brazos, comienza a llorar y se escucha el mismo ruido metálico de las llaves, pero en esta ocasión proveniente de la puerta del cuarto de Débora. La madre se sienta en una silla e intenta consolar a la niña pequeña cantándole una canción de cuna. En cuanto la niña se calma, la deja en su cuarto descansando y cierra la puerta con llave.

INT. - PASILLO DE LA CASA DE DÉBORA/HABITACIÓN DE DÉBORA – DÍA
La luz está apagada. La madre golpea sin cesar la puerta del cuarto de Débora, cada vez más fuerte, cada vez más rápido. No obtiene respuesta alguna. Se va unos segundos y al volver tiene un manojo de llaves en su mano. Se toma su tiempo para buscar la indicada, al encontrarla, la toma por la punta y la introduce en la cerradura, la expresión de su rostro muestra alivio, al ver que es la llave correcta. Le da dos giros y toma la puerta por el picaporte, abriéndola lentamente. Mientras abre la puerta, puede escuchar como Débora discute mientras llora, se queja y grita. Al entrar en la habitación, la madre no puede creer lo que está viendo, Débora discute sola en su cuarto.

DÉBORA (Enojada, haciendo ademanes con los brazos y manos, caminando alrededor de la habitación sin prestarle atención a nada)
¡Ya basta! Te dije que no, eso no lo puedo volver a hacer. Vos callate, no te metas entre nosotros dos. Son unos imbéciles, ¡no entienden nada!

Se sienta en la cama, se agarra la cara con las manos y comienza un ataque de llanto y gritos más fuerte que antes. Mientras tanto, la madre está parada en la puerta en estado de shock, con la mirada fija sobre su hija.

DÉBORA (Entre llantos y alaridos)
¡Hablen más bajo que me ponen nerviosa! Aparte lo van a despertar. Ya basta, vos no tenés derecho a decirme eso, no después de lo que hiciste. Basta vos. ¡¿Cuántas veces tengo que decirte no para que me entiendas?! ¡No quiero hacer eso! ¡Eso tampoco! ¡No te sientes ahí, lo vas a despertar! ¡Cállense todos!

Se escucha un golpe fuerte y seco, la madre cae desmayada sobre la alfombra, pero aún así Débora no se da cuenta de su presencia.

INT. – HABITACIÓN DE UN MANICOMIO – DÍA
Una lágrima cae por el rostro de Débora, su rostro tiene marcada una expresión ausente, sus ojos no se enfocan en nada en particular. Sus brazos están tiesos, sostenidos por una camisa que envuelve todo su torso. Acurrucada en un rincón, no parece escuchar las voces que vienen de afuera, amortiguadas por las paredes gruesas de la habitación.

MADRE (OFF)
Entonces, ¿van a cuidar bien de ella?

SEGUNDA VOZ (30) (OFF)(Una voz femenina, dulce y llena de confianza)
No se preocupe, lidiamos con casos así todo el tiempo. Si usted quiere, más adelante va a poder visitarla periódicamente, dadas las condiciones deberíamos dejar pasar unas cuantas semanas, para que se pueda adaptar un poco a su nuevo hogar…

MADRE (OFF) (Dubitativa)
No sé… No sé si eso sería bueno en este momento. Tengo que ocuparme de mi hija más chica, va a ser difícil para ella aceptar lo que le sucedió a su hermana, usted me entiende…

Se hace un silencio, que da la impresión de ser eterno, finalmente es interrumpido por la segunda voz nuevamente.

SEGUNDA VOZ (OFF) (Intentando sonar comprensiva)
Usted haga como le parezca, si sucede alguna mejora en el estado de la paciente nosotros le notificaremos de inmediato. Siéntase libre de llamarnos por cualquier cosa…

Las voces suenan cada vez más bajo, se alejan hasta ser imperceptibles dejando a Débora en aquella habitación blanquecina, con la eterna compañía de su locura.